Hasta bien entrado el siglo XX, cuando las bandas de música
irrumpen en San Juan, la belleza de las fiestas del Barrio de Atienza
de Huete estaba asentada en las diferentes loas y danzas que acompañaban a
las procesiones de San Juan y San Juanillo. Las loas del Barrio eran múltiples
y variadas: Diablos, Patmises, Escribanos, Tunos, Peregrinos, Monagos, Marineros, Pescadores y
Pescadoras, Virtudes y los siete coros.
En cada mesa, en cada rincón se interpretaba una loa con su
correspondiente danza. De todo aquello todavía pervive el cántico de las
coplas de la Loa de Pescadores que se recitan en algunas mesas del recorrido
procesional.
Las loas son representaciones dramáticas breves, que sirven como prólogo
a la danza posterior, explicando al público el significado de la misma. En las
fiestas de San Juan se interpretan loas con su danza al menos desde 1620,
lo que sabemos por el libro de cuentas de esos años, que la Hermandad de San
Juan restauró en el 2012 y que se conserva como verdadera reliquia y
testimonio de nuestra Historia en el Archivo Parroquial de Huete.
Sin duda alguna, la loa y danza más antigua de la fiesta es la de
Diablos, que durante muchos años acompañaría en solitario a la imagen de San
Juan. Con el paso del tiempo se fueron uniendo las loas y danzas de Patmises (la
segunda en importancia), los Escribanos, los Tunos (hacia 1845 o poco antes), y
luego las demás.
Hasta el momento, la referencia más antigua que se ha encontrado sobre
la existencia de los Diablos es de 1816, año en el que el Barrio es
representado por esta danza en la visita que el rey Fernando VII realiza a
Huete. No obstante, está claro que la Danza es mucho más antigua. Hay algunos
documentos que dejan entrever su existencia. En 1741 varios monasterios de
Huete convidan a las danzas de San Juan, y en los años de 1789 y 1805 se
prohibió la presencia de las danzas en la procesión, lo que parece que no
se consiguió.
José Santujini en su artículo sobre las fiestas publicado en 1929 decía
que las loas de Huete eran "verdaderos autos sacramentales unas y
entremeses las otras.". Todas las loas del Barrio encajarían en el primer
grupo con la excepción de las Loas de Tunos, que estaban cargadas de picaresca
y humor.
La Loa de Diablos debemos entenderla como una introducción y explicación
de la danza, cuya antigüedad debemos remontar por lo menos al siglo XVIII.
Posiblemente el autor del texto fuera un religioso dominico o jesuita, si
hacemos caso de la opinión de los eruditos del pasado (Amor Calzas, Santujini,
Martínez).
Con motivo del V Centenario, el texto de la Loa fue adaptado. No se
introdujo ninguna palabra nueva, pero se suprimieron párrafos excesivamente
largos con el fin de adaptar esta obra a los tiempos actuales. Gracias al
trabajo de la Comisión, se ha podido recuperar esta Loa, verdadero auto
sacramental, cuya interpretación conjunta con la danza constituye un verdadero
reclamo turístico y cultural de la fiesta.
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